"... ¿Qué los hace sentir vivos? Algunas personas están más vivas a la mañana, al despertarse -continúa-; a otras les toma un rato. Algunos se sienten vivos haciendo deporte, cocinando, haciendo alfarería, cantando, pintando... A mí, trabajar con las plantas me hace sentir muy vivo. A veces son otras personas las que nos hacen sentir vivos: nuestros amigos, hijos o nietos. Pero lo cierto es esto: todos querríamos sentir esa vitalidad en todo momento. ¿Es esto posible? Lo es -responde-, y la receta para sentirnos plenamente vivos es vivir agradecidos. [...] Dos cosas deben ocurrir para que la gratitud nazca espontáneamente en nuestros corazones. Tenemos que recibir algo que nos resulte importante, y tiene que ser un regalo. Si tenemos que trabajar por ello, o pagar por esa cosa valiosa, la apreciamos, pero no sentimos agradecimiento. Y luego, debemos darnos cuenta de que en cada momento se nos da algo muy valioso, y gratuito: el momento presente. Este momento que estamos viviendo es un regalo, y el próximo también lo será. No hay dinero que pueda comprarlo, no hat nada que podamos hacer para traerlo; cada momento es siempre un regalo, porque trae oportunidad. Y la respuesta ante un regalo es, siempre, la gratitud. ¿Qué ocurre con todas aquellas cosas que resultan difícil agradecer? No podemos sentirnos agradecidos por la violencia, la maldad, la traición. En lo personal, por la infidelidad, la maldad, la traición. Pero aun ante estas situaciones, podemos estar agradecidos por la oportunidad que presentan: oportunidad de crecer, de aprender, de levantar la voz y protestar, de servir y ayudar. [...] Solemos pensar que las personas felices son agradecidas porque son felices -dice-. Pero es al revés, las personas agradecidas son felices sin importar lo que les suceda. Detente. Mira. Actúa. La fórmula invita a frenar, todas las veces que uno sea capaz de recordar, para tomar en cuenta los regalos del momento." David Steindl-Rast